Día Internacional de los niños de la calle
“Todos los niños deben gozar de los derechos fundamentales como a la vida, a la supervivencia y el desarrollo, a la educación, alimentación, protección, identidad, al juego y principalmente al derecho a la familia”. Art. 3 Ley General de los Derechos de Niños Niñas y Adolescentes.
Desde el 2012, por iniciativa del Consorcium for Street Children, se conmemora cada 12 de abril el “Día Internacional de los Niños de la Calle”. Este fecha, tiene como objetivo la visibilización de un problema que muchas veces se deja de lado por las agendas internacionales, la atención a las problemáticas que enfrentan millones de niñas y niños en situación de calle.
Este término se aplica a la niñez y adolescencia que se encuentra en áreas urbanas de alto riesgo. Si bien no todos aquellos, que se nombran bajo este término se encuentran viviendo en las calles; muchos de ellos padecen las consecuencias del olvido de la sociedad, la pobreza, la desatención infantil y los estragos provocados por el crecimiento de las ciudades, motivos que los han dejado sin un hogar.
En el mundo, existen más de 100 millones de niños en condición de calle y tan solo en México, alrededor de 95 mil niños se encuentran en esta situación.
Las causas por las que viven o trabajan en las calles son diversas, y van desde los flujos migratorios, pobreza, desintegración social, abandono, maltrato y violencia familiar. Por ello, la atención a dicho a problema también tiene que tener una respuesta multifactorial, que atienda las distintas causas que originan esta problemática.
Un niño en condición de calle, se enfrenta a la explotación laboral y sexual, adicciones, delincuencia organizada. En el caso específico de las niñas y adolescente, estas se enfrentan a embarazos no deseados, así como toda clase de enfermedades de transmisión sexual.En la gran mayoría de casos no tienen acceso a los servicios de salud, y mucho menos a métodos anticonceptivos.
Para esta población infantil no existe ocasión de festejo, para ellos es igual un día a otro. Tienen que recorrer las calles, exponerse a discriminaciones, ser rechazados, conformarse con limpiar parabrisas o pedir una limosna para comer, todo esto para que al final, la sociedad sea quien les de la espalda.
El hecho de que estos menores abandonados sean considerados parte del paisaje urbano no nos exime de nuestra responsabilidad colectiva en hacer todo lo que esté a nuestro alcance para combatir este degradante síntoma de descomposición social.